Estudio de arquitectura – Un jardín de trabajo Elche, c/ Velarde, 11. - 2019
construido
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE) la palabra holismo se define como la “doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen”. Esta doctrina, aplicada a la Arquitectura, hace que podamos entender que la unión de cada parte proyectada de un edificio, espacio u objeto no define el resultado final, sino que éste, desde un punto de vista general, es algo más complejo. Bajo esta óptica se plantea el trabajo del estudio de arquitectura W.O.H.A. (World of Holistic Architecture) dirigido por los arquitectos Antonio Maciá Mateu y Ana Mora Vitoria.
El último trabajo terminado por W.O.H.A. es, precisamente, el espacio de trabajo del propio estudio. Como en todos los trabajos del estudio, existe un punto de partida o una referencia a la que ceñirse para poner en práctica esta visión holística vinculada a la Arquitectura. El proyecto del estudio está basado en los patios ajardinados que forman parte de las viviendas tradicionales del entorno rural de Elche en los que predominan la vegetación y materiales de color terroso como piezas de barro cocido, tierra o pavimentos de morteros que utilizan la tierra del entorno.
El espacio de trabajo ocupa un local situado en la planta baja de un edificio en esquina que queda abierto a la calle a través de cuatro grandes paños de vidrio. El espacio diseñado es el resultado de plantear un “patio interior ajardinado” utilizando pavimentos de hormigón continuo con incrustaciones de piezas de barro cocido vidriado. Este pavimento supone un miniproyecto y conforma la base sobre la que añadir, de forma armónica, otros ocho: las jardineras, la mesa de trabajo, las instalaciones, el armario, el muro cerámico, el baño, el olor y la maniquí.
El primero de ellos contempla la colocación de una serie de jardineras longitudinales situadas en el perímetro del local que tiene iluminación natural y que configura el jardín de este “patio interior”. Las plantas, además de su sistema de riego por goteo, tienen un refuerzo de luz artificial que les permiten avanzar hacia el techo que está terminado con una proyección de yeso en bruto, de acabado rugoso, que favorecerá la adhesión de las plantas a corto plazo. Este aspecto le confiere, al espacio diseñado, de un carácter cambiante al estar configurado con un “material” vivo, que crece y que lo transforma con el tiempo.
Una vez planteadas las bases del “patio interior ajardinado” es necesario diseñar las zonas de trabajo y, como en todo espacio en el que se desarrollan acciones creativas, es necesario cumplir con una serie de premisas: conversación directa, indirecta, aislamiento, cercanía, separación o distintos niveles de relación visual entre las personas que forman un equipo. La respuesta a estos condicionantes podría dar lugar al diseño de piezas individuales que respondan a cada uno de ellos, sin embargo, la propuesta trata de unificarlos y propone el diseño de una sola mesa que cumpla con el conjunto de estos condicionantes. El diseño de la mesa incluye una serie de plantas naturales que permiten tamizar las relaciones visuales entre los miembros del equipo que la utilizan.
Las jardineras necesitan una serie de conductos que les permitan llevar la instalación de riego por goteo y la mesa necesita la iluminación artificial adecuada: aparece el tercer miniproyecto. Este desarrolla un sistema de mangueras amarillas de riego formando catenarias entrelazadas y sujetas a techo que, además de caracterizar el espacio, contienen los conductos de las instalaciones de riego e iluminación que necesitan.
Todo espacio de trabajo necesita un área de almacenamiento. Miniproyecto 4: el mueble armario. Dos capas de geometría sinuosa separadas de la pared longitudinal ciega del local definen un área de almacenaje. La primera de ella está formada por listones de pino de 4×6 cm separados 2 cm y la segunda la forma una cortina de hilo blanco. Ambas capas se intersectan dando continuidad longitudinal al espacio de trabajo y permiten valorar el grado de transparencia del material que se muestra, se insinúa o se oculta valorando, por lo tanto, lo que se muestra, maquetas…, y lo que no, materiales y documentos o la zona de servicio.
El muro cerámico delimita, dentro del espacio de trabajo, la sala de reuniones. En el quinto miniproyecto se indica la disposición de los ladrillos, colocados a 90º, la curvatura de sus formas y el uso de moquetas en el trasdós y pavimentos de la sala, para que favorezcan las condiciones acústicas de este subespacio sin necesitad de aislarlo espacialmente al 100%.
El sexto define la zona de servicio que queda oculta tras la capa de hilo y la forma un office y un baño. Este último está planteado a modo de una “bañera” de un metro de altura acabada con un mallado de gresite iridiscente de color verde. Esta base sirve de apoyo a los espejos que rellenan las cuatro paredes del baño, lo que provoca las ya conocidas “sensaciones de infinito”.
Finalmente, la búsqueda del olor adecuado al entorno creado y la colocación de la maniquí introduciendo el concepto de reutilización, forman los dos últimos microproyectos.
El diseño de cada uno de estos miniproyectos y su adición no definen por sí solos el espacio de trabajo diseñado, sino que es su correcta interrelación la que permite obtener un proyecto más complejo que incide directamente sobre el usuario del espacio, sobre la forma de percibirlo, un espacio lentamente cambiante, sobre la concentración y distensión del equipo de trabajo, sobre el ambiente, sobre el olor,… Son aspectos que influyen directamente sobre los usuarios más allá del diseño de una mesa, un mueble o un jardín.
En definitiva, el usuario directo (equipo) y el usuario indirecto (el peatón) son los receptores finales de este espacio y, por lo tanto, son el foco principal de la acción arquitectónica.